lunes, 15 de abril de 2024

EL ARTE

La que nos espera. En España se vienen publicando alrededor de 80.000 libros por año, lo que quiere decir que hay demasiados escritores.

 

Bien es cierto que dentro de este número de libros los hay buenos, regulares, malos y malísimos. Y hay tantos porque son también muchas las editoriales que los publican. Las más reconocidas suelen hacerlo a los autores consagrados y las más desconocidas a autores que apenas se sabe de su existencia. Pero todas ellas se mueven por intereses comerciales, sociales o políticos y no por calidad. 

 

A ellas lo que les interesa realmente es que alguien se adapte a sus intereses y escriba a su dictado, o lo escriba otro en su nombre en caso de que no haya tiempo suficiente, porque llegada la fecha se necesita sacar libro, ya que se cuenta con una cadena de distribución a la que hay que servir para llegar a sus librerías que a su vez ya los venderá de alguna manera. Así todos comen.

Lo de menos es la calidad de la obra. Pero es que, además, ¿quién en una editorial comercial está hoy capacitado para decir si una obra tiene realmente calidad o no? Pongamos el ejemplo de la poesía. Donde todo vale. Yo he tenido en mis manos poemarios de importantes editoriales a un alto precio catalogados de extraordinarios que me han dejado frío y con la cabeza caliente porque todavía no sé de qué va la cosa. Y otros, de editoriales humildes o incluso autopublicados, considerados de poco valor cuando son bellísimos en la forma y en el fondo, llenos de sentimientos, emociones y elegancia…, y además originalísimos.

 

Se publican 80.000 libros anualmente, y no me parece mal porque eso siempre es mejor que andar en el desierto de la desidia y la pereza. Pero eso no me hace creer que todos los autores sean verdaderos artistas. Como no son artistas tampoco todos los que buscan crear arte en cualesquiera manifestaciones. Miles y miles, millones en el mundo. Porque es que hoy todos esculpimos, actuamos, cantamos, componemos…, escribimos… Pero artistas, ¿quiénes? Muy pocos, porque pintar, podemos pintar aunque sean cuatro manchas, o hacer una escultura aunque sea una masa informe, o cantar aunque sea haciendo gárgaras, o actuar aunque sea disfrazándose de carnaval, y componer aunque sean tres notas al piano, y escribir aunque sean las historietas que nos contó el abuelo…, eso lo hace hoy en día cualquiera…, lo que no puede hacer cualquiera es ARTE, con mayúsculas, porque el arte es otra cosa, es un algo que se lleva dentro, un duende, un misterio, una esencia… que hace que solo al mirar la obra nos conmueva, nos pellizque el alma y nos conquiste.

 

Lo que nos espera, decía al comienzo, porque a todo lo dicho, en el día de hoy, hay que añadir además eso de la inteligencia artificial que se nos ha venido encima como un vendaval imparable. Ahora sí que es verdad que cualquiera va a poder escribir un libro o componer una canción o pintar un cuadro… Bastará con darle al invento cuatro datos y decir que nos lo haga… y hecho. Y se publicarán, no ya ochenta mil libros al año, sino al mes. Y todos felices y todos los autores orgullosos, llenos de vanidad por las geniales obras realizadas. Y lo peor de todo será que, en caso de que en este barrizal apareciera una obra de calidad, cualquiera va a saber si el autor es un ser vivo o un extraño amasijo de chips y cables. Una monstruosidad. Vamos, como para temblar.

miércoles, 27 de marzo de 2024

HERMANAMIENTO "NOCHE OSCURA" Y "SOLEDAD"

Cuenta Úbeda con una gran cantidad de cofradías y hermandades de pasión y de gloria, pero de entre ellas hay dos que son tan especiales como simbólicas: Cristo de la Noche Oscura y Virgen de la Soledad. 

El Cristo de la Noche Oscura es todo un misterio en su configuración. Cristo en la cruz, abatido sobre el madero, dejando caer todo el peso de su corporalidad divina como querido arrancarse del travesaño, con el rostro dejado sobre su propio pecho para que mente y corazón se unan y la muerte pase de perfil por sus heridas sin morder su alma. Cristo místico, carmelitano, sanjuanista, descarnado en hombros y rodillas, emanando por la llaga del costado sangre para alimento eterno y agua para no tener ya nunca sed, atravesando inerte el túnel de la noche más oscura jamás descrita. Cristo que no da miedo, ni es tétrico, ni causa espanto, sino que invita a la ternura, al desconsuelo, a la pena, a la oración…, a ponerte de rodillas para saber qué nos dicen sus ojos cerrados, qué nos habla su boca entreabierta, qué nos manda su rostro hondamente abstraído para firme en la presencia. 

 

La Virgen de la Soledad es toda ella historia y vida. Historia de siglos, de ser la gran protectora de un barrio de trabajadores humildes dedicados al barro y el ladrillo, a la sencillez de las cosas, a saber lo que es el hambre y la miseria pero también la convivencia y la generosidad de compartir lo que se tiene. Un barrio el de San Millán que hoy es lumbre de ejemplaridad, de arte, de artesanía, de abrazo a quienes llegan hasta él para entender el milagro de la modestia convertida en admiración. Un barrio que mira y se mira en su Virgen solitaria pese a que siempre va con ella la otra mujer del evangelio que es primicia de un tiempo que cada vez está más cerca de lo que quiso Jesús: la igualdad entre los cristianos en los derechos de la vida y las obligaciones del amor. 

 

Y el Cristo de la Noche Oscura y la Virgen de la Soledad, junto a María Magdalena, se han hermanado, en un acto exquisito organizado por ambas cofradías, el pasado 23 de marzo de 2024, a las diez horas. Hubo esa misma mañana traslado del Cristo a la iglesia de San Millán. Hubo breves discursos, cartas de compromiso, estandarte conmemorativo con pintura de Manuel García Villacañas, música desde el coro, firmas en los libros testimoniales que cierra un poema mío. Hubo presencia de hermanos mayores y autoridades, encabezadas por la señora alcaldesa, doña Antonia Olivares. Hubo abrazos y emoción y gozo. Y se descorrió el velo de un gran azulejo, obra de Pedro “Góngora” con forja de “Tiznajo”, en el que aparecía un soneto de mi mano al que di lectura con hondo sentimiento.

 

Terminado el acto, nos hicimos unas fotos colectivas y, tras despedirme de los hermanos y amigos, salí del templo junto a mi esposa para perdernos por los cerros invisibles de los sueños agradecidos a Dios y a los que contaron conmigo para ser parte de este sencillo y a la vez glorioso hermanamiento. 

 

El azulejo enmarcado en forja quedó ahí, colgado en el muro izquierdo de la nave central, con letras rústicas, manuales, plenamente artesanales. Quedó ahí, probablemente por muchos años, o hasta que alguien, puesta por el tiempo la tela del olvido sobre las letras, considere que ya es hora de hacerlo desparecer. 

 

Pero, por más que pasen siglos, yo nunca dejaré que se borren de mi conciencia estos catorce versos que compuse desde el corazón y me han servido para dejar una pequeña huella más allá de las palabras que se lleva el viento.   

 


Noche Oscura de Cristo en luna llena.

Místico sol, grandioso y soberano. 

Golpes de luz. Marrón carmelitano.

Vía crucis. Silencio. Luto. Pena... 

 

Tarde de Soledad. Locura plena. 

Fervor. Stabat Mater. Pueblo llano.

Cuesta a la gloria. Esfuerzo sobrehumano.

Corazones de plata nazarena.

 

Son cofrades del Hijo en vida muerto

y de su Santa Madre muerta en vida

penitenciando en hondas claridades. 

 

Y es tan grande la unión y el amor cierto,

y tan alta la fe que, en tal medida, 

se han hermanado hoy sus Hermandades. 

viernes, 8 de marzo de 2024

PANORAMA INFECTO

Siempre he sabido que nuestra sociedad está constituida por personas honestas y personas indignas, por mujeres y hombres nobles y entregados, y gente miserable, traidora y corrupta. 

 

Lo comprobé siendo muy niño. Jugando en las eras lindantes al antiguo colegio salesiano al fútbol con un grupo de amigos, sufrí un desafortunado percance. Un chaval de gran envergadura venía veloz hacia la portería, consistente en dos humildes piedras como postes, que yo defendía como ilusionado guardameta. Le salí al paso, y cuando me arrojé valientemente a sus pies para atrapar el balón, lanzó un derechazo que me golpeó de manera brutal la cabeza. Quedé inconsciente. Perdí el conocimiento. Cuando desperté, me hallaba en uno de los servicios del colegio bajo un grifo de agua tan fría como desconcertante. De los veintidós jugadores de ambos equipos, solo se quedaron para salvarme la vida no más de cuatro. Los demás huyeron asustados y cobardes. Nunca he contado esto, ni siquiera a mis padres ni a mis hijos. Tampoco he querido darle mayor importancia. Cosas de niños, he pensado siempre. 

Mas ahora, muchos años después de aquello, cuando se van a cumplir cuatro años de vernos confinados por culpa de la pandemia que nos invadió tan sorprendentemente y viendo el terrible panorama que vivimos por culpa de unos políticos egoístas y una sociedad acomodada y hedonista, he recordado la grandeza de aquellos sanitarios que se lanzaron a los pies del virus para detenerlo con infinito sacrificio y aquellos que lo daban todo para que el país no se parará definitivamente. Todo un ejemplo de superación humana. Muchas personas murieron en la más honda de las soledades, sin despedirse siquiera de sus familiares más cercanos. Multitud de bolsas servían de sudario para el enterramiento de miles de cadáveres. UVIS, habitaciones y pasillos de hospitales abarrotados de enfermos que se asfixiaban inexorablemente…

 

Y aplaudíamos emocionados y agradecidos todas las tardes a este personal que daba su vida para salvar las vidas de otros. Y admirábamos a transportistas, tenderos, policías…, que seguían al pie del cañón por el bien de los demás. Todo un ejemplo impagable de honestidad, dignidad y grandeza de corazón. 

 

Pero la cruz de la moneda no podía faltar. Y mientras millones de personas estábamos aturdidas, preocupadas y hasta desorientadas, conmocionados, y miles seguían muriendo entre tubos y máquinas sin alma, otras cuantas se dedicaban a enriquecerse a costa de la urgencia y necesidad de salir del paso. Millones de euros malgastados en mascarillas y material sanitario que no servían para nada, en una trama no solo corrupta sino canalla y abyecta que más que asco da vómitos de sangre maloliente. 

Una trama que está saliendo a la luz con el consiguiente paño oscuro de los que nos gobiernan para evitarlo. Y aparecen comisiones, y tráfico de influencias, y malversación de caudales públicos, y presiones de peces gordos…, y compra de pisos, y dinero en metálico, y decenas de armas y juergas y prostíbulos, y nadie se responsabiliza, y nadie se declara culpable, y nadie dimite… Tajo de sinvergüenzas flotando sobre la pasividad de una sociedad amoral y agonizante. 

 

Y ante este panorama infecto, me ha venido a la mente aquel niño que jugaba en las eras un partido de fútbol en una portería limitada por dos piedras y que, cayendo conmocionado por culpa de la fortuita patada de un grandullón, se ve abriendo los ojos bajo un chorro de agua fría. Y, como entonces, pienso que, quitando a cuatro seres de luz, los demás somos una banda de ciegos, temerosos y cobardes, huyendo sin orden ni concierto, guiados por ciegos y corruptos.   

 

¡Y madre, qué batacazo nos vamos a dar como nos descuidemos!

miércoles, 28 de febrero de 2024

CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN DE MI LIBRO "SONETOS DE PASIÓN Y GLORIA"

El día 23 de febrero de 2024 amaneció frío. Veníamos disfrutando de una primavera adelantada adornada con esplendidas “aladas rosas de los almendros de nata” y un calor casi veraniego. La tarde fue empeorando, y hacia las siete, la lluvia irrumpió con fuerza desmedida hasta dejar desiertas las calles.

 

La hora de la presentación del libro era las veinte. Todo dispuesto en el Auditorio de Hospital de Santiago. Antonio Moral y su hijo Miguel Ángel habían adornado el escenario -un retablo de piezas de la antigua sillería con sabor de siglos-, con luces de colores serenos y delicados. La mesa presidencial, en el centro de la escena, sobria y elegante sostenía tres micros para tres asientos: presentadora del acto, presentador del libro y el autor. No contábamos con ningún representante político gobernante. El Ayuntamiento nos había remitido cinco horas antes del acto un escrito excusando la asistencia de la señora alcaldesa por encontrarse en la Asamblea de Ciudades Patrimonio de la Humanidad, sin añadir ningún nombre que la representase.

Pero, pese a los muchos actos organizados ese tarde-noche y demás contratiempos, de golpe, empezaron a acudir en masa hasta abarrotar la sala en pocos minutos. Algunas personas tuvieron que buscar acomodo en los laterales, permaneciendo otras de pie al fondo. 

 

A punto de comenzar, apareció don Pedro Jesús López, concejal de Educación, diciendo que lo hacía, sobre todo y, en primer lugar, como amigo. Ocupó lugar de honor en la tribuna, como debe ser para quien representa a la ciudad de Úbeda. 

 

Inés López presentó el acto. Su voz dulce y su perfecta dicción, sobre un contenido breve pero intenso, abrió la puerta para una noche inolvidable. A continuación, José Ramón Molina, mi hijo mayor, habló más que del libro, de la vida misma, de los valores, de la felicidad como fin último. Y habló de mí, del momento que vivo, de la contemplación que me cobija, de la esperanza que me alienta. Y habló de Juani, su madre, en su labor callada, fructífera, sacrificada…, hasta hacernos llorar de emoción. Fue la figura que sorprende, que asombra, que hace enmudecer, recibiendo un aplauso unánime, sonoro y larguísimo. Acto seguido tomé yo la palabra y hablé de gratitud, de las magníficas fotos que lo ilustran, obra de Diego Godoy Cejudo, de lo que significa crear un libro, de la necesidad de no venderlo, de lo que entraña dejar ahí sonetos escritos y recitados por mí mismo con música de marchas de fondo, fáciles de escuchar mediante un código QR adjunto dibujado bajo cada uno de los poemas, concluyendo mi exposición con la recitación de cuatro sonetos. Puso punto final al acto el concejal de Educación. Habló desde la amistad y la consideración, con sencillez y altura, ganándose muchos corazones que le eran ajenos.

 

Se regalaron ejemplares a la salida y yo firmé a prisa y lleno de satisfacción no pocos, en especial los de aquellos que se desplazaron de fuera, entre otros, de Jaén, Villacarrillo, Sabiote, Baeza, Rus…, e incluso de Daimiel. 

Todo quedó recogido en una grabación realizada por Domingo Barbero que circula por internet. Las redes sociales ardieron de bellas palabras esa misma noche y a lo largo de los días. A la salida, el tiempo seguía siendo frío, e incluso nos regaló una tormenta con relámpagos mientras yo recitaba los sonetos dedicados a mi Cristo Yacente y a mi Virgen de Guadalupe, cuyos estandartes estaban colocados a cada lado de la mesa por gentileza de sus dos cofradías y haciendo unidad con el incensario de la cofradía del Cristo de la Buen Muerte que creó, antes de comenzar el acto de presentación, una grata y perfumada atmósfera. 

 

En definitiva: poesía, misticismo, amistad, gratitud, amor…, como una pequeña antesala que lleva a la vida eterna.

 

No tengo palabras para agradecer tanto como recibí. 

Que Dios os lo pague a todos. 

sábado, 10 de febrero de 2024

SONETOS DE PASIÓN Y GLORIA

No queremos pensar en la muerte. De vez en cuanto nos viene su sombra y nos conmueve y tambalea. Unas veces ante el hecho de ver que nos deja un ser amado. Otras, por alguna noticia que nos impacta, porque nos vemos hundidos en el mar de los silencios…, o porque una enfermedad nos muerde y nos demuestra lo débiles que somos.

Yo lo haga con frecuencia. Desde que tengo uso de razón me preocupa la levedad que nos conforma. Y ante el vacío del absurdo, como un náufrago que se ve en medio del océano, me agarro a la tabla que se cruza en mi camino sin saber muy bien quién la dejó ahí. Y esa tabla me ayuda a nadar hacia la orilla del infinito, me consuela en los esfuerzos, me alienta en el ahogo de las oscuras olas que buscan hundirme, me ayuda a ser mejor, me hace ver a los demás como amigos y me obliga a dar de mí lo mejor que tengo. 

 

Y en ese dar, me siento obligado a poner en circulación las pequeñas monedas que guarda mi corazón. Y lo hago bajo el nombre y por mandato de quien vino a darnos la esperanza de que llegaremos a buen puerto, aunque sea cansados, mojados y harapientos. 

 

Y mis monedas, los pequeñísimos talentos que poseo, los intento multiplicar para dar la ganancia gratis, porque de gracia los recibí.

 

Y subido a la tabla de la fe, he ido a lo largo de mi vida sembrando pequeñas semillas de vida que hoy, ya en mi última etapa, compruebo con resignación, muchas de ellas quedaron olvidadas, como vanas espigas sin color. Pero quedándome el consuelo de que he hecho lo que he podido.

 

Y lo sigo haciendo. De ahí que, dejándome llevar por mi amor a la poesía, le dedicara a mi ciudad un libro completo de poemas, y a Jesús de Nazaret otro, ilustrado, titulado Dejad que los niños se acerquen a mí, para ahora complementar ambos con sonetos a Dios y a Úbeda en sus cofradías y asociaciones religiosas.

 

Un libro que me ha llevado años. Que he publicado con sumo cuidado. Con fotografías a todo color de cada titular realizadas por mi amigo Diego Godoy. Llevando cada soneto incorporado además un QR mediante el que poderlo escuchar recitado por mí con música de marchas de fondo. 

Un libro que no pondré a la venta, en cuanto considero que, aparte de ser un testimonio de fe, es un regalo a mi ciudad y a sus hermandades, y a cuantos quieran acompañarme el día de la presentación, que tendrá lugar, si Dios quiere, el próximo viernes, día 23 de febrero, a las 20’00 horas, en el Auditorio del Hospital de Santiago. 

 

Quedáis todos invitados. 

miércoles, 24 de enero de 2024

REDES SOCIALES

En el colegio, el maestro le habla al niño de paz y convivencia, de compartir, de ser solidario, de decir la verdad. Luego, el niño o la niña, crece y comprueba que la sociedad es una selva que te rodea, te ataca, te ahoga y te condena.

 

Ahí no hay convivencia, ni se comparte, y la solidaridad es falsa, y la verdad no se ve. Y no hay paz. 

 

Siempre la selva ha existido. Salir de casa por la mañana y pisar la calle es adentrarte en la arboleda de la opacidad, trabas, enfados, mala educación, engaños, exigencias, torpezas, intereses creados… 

 

Pero la selva ahora es mucho más asfixiante. Entre los árboles, los yerbajos, las lagunas cenagosas, las zarzas y los espinos se ha construido una tela de araña llamada redes sociales que es para temblar. En ella se deslizan hombres y mujeres que con sus comentarios te pueden levantar a las estrellas o hundirte hasta el pozo del infierno.

Y hay más de lo segundo que de lo primero. Conozco establecimientos, bares, comercios, eventos, artistas, personas profesionales en mil campos que han tenido que cerrar no solo sus negocios sino sus vidas. 

 

Y se ensañan con ellos. Con razón y sin razón. El caso es coger la presa y no soltarla hasta que quede en el pellejo. Y se comenta el hecho, y se difunde en los medios, y se expande sin límites, y te llaman para que no te lo pierdas y disfrutes. 

 

Es cierto que la libertad de expresión es sagrada, y que no se puede ni se debe ir contra ella, pero también es cierto que la verdad nunca debe convertirse en calumnia. 

 

Yo no ando por las redes sociales, tengo otras distracciones que me llenan más y me hacen más feliz, pero me asustan estas guerras que a lo lejos aparecen, los ataques furibundos de unos y otros, la falta de respeto, de comprensión, de delicadeza, como si fuéramos títeres, muñecos de paja a los que hay que moler a palos, sin medir las culpas, como si fuera lo mismo una bofetada que un crimen, o un pico que una violación, o el robo de una gallina que una estafa millonaria.   

 

Y no me opongo a ello, que conste, la libertad es también eso, pero sí me gustaría que cuando alguien, por ejemplo, haga algo digno, importante, bello…, se alabe también, con igual o más fuerza, y se empuje a que la difusión llegue de igual modo a todos los rincones del planeta. 

 

Pero qué va. Me quedo con las ganas. El morbo es el morbo. Qué le vamos a hacer.

 

Y lo peor de todo es que cuando los ataques van dirigidos a políticos, a esos poco les afecta lo que de ellos se diga. Como quien ve llover, esperar a que escampe en unos días y listo. No se van a ir, no van a dimitir. Y en ningún pueblo. Los niños imitan a sus papás El gobierno de Sánchez ya no puede hacer más barbaridades, romper más leyes, retorcer más disposiciones, cruzar más líneas rojas…, y de todo sale, y todo lo va consiguiendo, y todo lo va logrando, y todos siguen en las poltronas…, y eso que depende del apoyo de más de veinte partidos… Unos genios. 

 

Y a mí esta selva ya me cansa. No hay manera de bajarlos del burro. Hacen y dicen lo que les da la gana. Ahora blanco y a la media hora negro, y encima el imbécil soy yo por no pensar blanco y a la media hora negro, por ser tan radical, por no saber interpretar las circunstancias, por no querer la paz social.  

 

Por lo que harto ya de redes sociales y ser tan bobo, me retiro. Yo sí dimito. Ya no voy a ver la tele ni leer noticia alguna. Me pongo, como aquel a quien también hay que echarle de comer aparte a contar nubes. 

miércoles, 10 de enero de 2024

¡MADRE, LO QUE HACEN LAS MONEDAS!

Es que uno no levanta cabeza cada vez que mira por la ventana a ver el sol. Un sol que alumbra día a día con menos brillo, con más niebla en su centro, con menos esplendor en sus rayos. 

Tampoco ayuda quedarse en casa, encerrado en la oscuridad de la habitación, porque nada te distrae ni te saca de la umbría. La prensa es un amasijo de noticias a ver cuál más sensacionalista para invitarte a ser leída. La radio una monotonía interesada y partidista. La televisión, cada vez más un estercolero, donde los anuncios imponen sus gritos y las películas de las últimas décadas son pésimas, hechas por directores y productores subvencionados y actores tan ridículos que no saben pronunciar, hablando para ellos, creyéndose naturales, cuando son tan solo muñecos salidos de las academias dónde lo primero que les deben enseñar es a tener claridad en la palabra y sencillez en la expresión para nunca sobreactuar por defecto. Una tele que es madre y maestra, la que nos dice qué vestir, qué comer, qué pensar, cómo vivir, quién es el bueno y quién es el malo. 

 

La que nos aclara, además, una y otra vez, hasta el hastío, que las puertas de las cárceles están abiertas a los que no entren por el carril del progresismo. Que la mujer es sagrada, siempre dice la verdad, tiene prioridad, nunca es la mala de la película. Que ser homosexual es guay, y abre puertas. Que tirarte al que o a la que te cruzas por la barra del bar de copas es lo suyo. Que ni un mínimo mal pensamiento para los que constituyen el grupo LGTBI… Que la democracia es lo sublime. Que la Iglesia es una ensaimada de alcanfor y los llamados cristianos unos ridículos anticuados, casposos y retrógrados. Que fuera ya de una vez la fe de nuestras vidas infinitas. Y se ridiculiza lo sagrado, y se quema la Biblia, y se arrancan las cruces. 

 

Y de golpe, el espectáculo que nos tiene entretenidos, lo más importante de lo menos importante, dicen los filósofos de la postmodernidad, la Supercopa entre los cuatro equipos españoles de fútbol que han hecho méritos para ello, cuales son haber sido campeón y subcampeón tanto de liga como de copa. Y, ¡hala!, a jugarla un año más en Arabia Saudí. 

 

Sí, en Arabia, porque es allí el espejo donde mirarnos los pobres occidentales. El país más democrático del universo, el que más considera a la mujer, el que más protege a los homosexuales, el más abierto a las relaciones sexuales de las personas, el que más disfruta de un buen vino, o un cubata, el que come los mejores embutidos ibéricos y el mejor jamón de bellota del mundo… Y sobre todo, el que más respeta nuestras costumbres, formas y maneras de aquí. Y más consideración tiene además a los que creen en otra cosa que no sea Alá. ¡Una maravilla! 

 

Y los clubes que van a jugar allí, sobre todo el catalán, el Barça de mis amores de niño, ya han dado instrucciones para que sus seguidores sepan comportarse mientras están en esas tierras paradisiacas, emergidas en un mar de petróleo que alucinas. 

 

Y todos los borregos, a obedecer, todo sea por ganar la copa, aunque se pierda el honor y la honra por la lluvia de petrodólares que pueden caer en el páramo de sus bolsas vacías. 

 

Y ni mú. Que os la jugáis. De democracia ni una palabra, que es cuchillo que raja. A las mujeres dejadlas en paz en sus harenes, que así son felices y más si llevan el velo o el burka. De gays nada de nada que no existen, y como a alguno se le ocurra existir, a la cima de la grúa colgado. A tu mujer ni un beso en la grada, que la compostura puritana e hipócrita se impone. Tampoco eso de llevar una cerveza y un bocata de jabugo en la mochila para el descanso, que te puedes atragantar y hasta acabar entre rejas. Y reverencias a Alá por todos lados, ni una sonrisa al pronunciar la palabra que te puede costar la vida. Y nada de preguntar dónde hay una iglesia para pedir por tu equipo, que es jugártela a la ruleta rusa. Y menos mostrar una cruz, por lo que si llevas alguna colgada del cuello, escóndetela bien dentro de la camisa. Vamos, que si el escudo del Barça tiene la cruz de San Jorge, desde su fundación, hace 125 años, se le quita el travesaño horizontal y ya cuantos la vean pueden creer que se trata de la roca vertical sobre la que Mahoma ascendió a los cielos. Y si el escudo es el del Real Madrid, pues se le arranca entera de su majestad corona, como quien no quiere la cosa. Y todos felices.

¡Madre, lo que hacen las monedas! Y luego dicen que el dinero no da la felicidad. Y hasta puede que sea así, pero lo que sí da es poder para convertirte en un guiñapo de goma tirado por la arena y te tragues, junto al polvo arenoso de Arabia, tus creencias y valores. 

 

Mas cuando ellos vengan aquí, a tragar también, abriéndoles muchas mezquitas y tratándolos con sumo respeto y consideración, para que aprendan y acaben prendiéndonos. Y yo de acuerdo en todo, que no quiero que me llamen xenófobo. Lo que me faltaba.