miércoles, 23 de abril de 2014

AMORES PARA SIEMPRE

 
           Cuando uno, que cree en el amor de para siempre, herido por las balas que desde los medios se disparan con la intención de hacernos creer que todo, tarde o temprano, se tiene que acabar, se encuentra con noticias de amores verdaderos, no tiene más remedio que sentir en su corazón una especie de bálsamo consolador que resucita al alma y te libera de tanta mentira interesada.

            Hace tiempo me emocionó el leer la noticia acerca de un grupo de arqueólogos que habían hallado en la ciudad italiana de Mantua una sepultura con una pareja abrazada datada en  más de seis mil años de antigüedad. Arrastrado por el sentimiento escribí entonces estos versos:

Hay amores por siempre. Abrazos más allá
                        del polvo de los siglos, del perfil de los huesos,
                        de la historia y su huella, de la sombra final…
                        Más allá de la muerte, del espacio, del tiempo…

Hay amores sin horas volando en libertad.
                        Alas que a las galaxias prestan luces y espejos.
                        Transparencias profundas. Redondez inmortal.
                        Hay amores grandiosos, magistrales, eternos…

Hay amores que nacen para nunca acabar.
                        Besos desnudos. Vidas que saben el secreto
                        que se esconde en los sueños de no morir jamás. 
                       Corazones con alma más allá del silencio,
                                                                                    de la tierra,
                                                                                              del mar.

Hoy, de nuevo, la emoción me vuelve a embargar ante la noticia aparecida en el diario ABC, en la que se nos hace saber que: “Una pareja vive setenta años enamorada y se mueren con quince horas de diferencia”. 

            Noticia ésta que todavía sorprende más al saber que Kenneth, de 91 años, y su esposa Helen, de 92, se conocieron cuando tenían 18 y 19 años respectivamente. Fueron novios y se casaron en secreto. Sus hijos han dicho que no pudieron esperar más. También han confesado que ni una sola noche han dormido separados. En una ocasión, viajando en ferry, con literas, prefirieron dormir juntos en la cama de abajo Y cuando él estuvo ingresado por motivos de enfermedad, ni un solo instante ella dejó de estar a su lado. No dejaron de amarse. Se amaron hasta la locura. Hasta el punto de desayunar en sus últimos días agarrados de la mano. Y cuando ella expiró, él, mirando a sus hijos, dijo: “Mamá ha muerto”. Entonces se sentó, guardó silencio y antes de las quince horas fue a su encuentro para seguir amándose eternamente más allá de las estrellas.  

                                   Yo creo en el amor de para siempre.
                                   Amor de yo no ser para ser tú.
Amor de no existir más que el presente.
Amor de ser los dos uno tan solo.
Amor de darlo todo hasta la muerte.
Amor de más amar en la otra vida.
Amor de amar, amor, eternamente.




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