lunes, 3 de junio de 2013

DÍA MUNDIAL DE LOS PACIENTES TRASPLANTADOS

La Organización Mundial de la Salud y la Organización Nacional de Trasplantes, celebran el 6 de junio el Día Mundial de los Pacientes Trasplantados. Un día éste que nos debe servir para tomar conciencia de la importancia de darnos a los demás sin pedir nada a cambio.

            Hay donantes que lo hacen en vida por compatibilidad. Son aquellos que donan su médula, un riñón o un trozo de su hígado. Pero la mayoría de los donantes lo han de hacer cuando ya nada de lo que tienen les sirve. Cuando han fallecido. Entonces, nada mejor que dar lo que ha sido parte suya, ya inservible, para dar vida a quien estaba siendo asfixiado por la muerte.

            Un amigo mío, quien un día me saludó en un supermercado y a quien no conocí porque su rostros enjuto, demacrado y amarillento era más el de un fantasma que el de un ser vivo, y que me hablaba al modo de quien busca despedirse de uno para siempre, vive hoy gracias a un anónimo donante que murió por culpa de un accidente. Y anda feliz, gozando de las pequeñas y maravillosas cosas con que la vida nos regala cada instante.

            Ahora, otro amigo, con quien he compartido tardes gloriosas de arte y teatro, sufre el dolor y la angustia de ver que su hígado, por culpa de un virus, le ha dejado de funcionar. Lo mismo aparece otro donante y le regala nuevos años de vida.

            Pero de todos los casos, el que más me ha llegado al alma, es el de hace un par de días, paseando por Córdoba junto a mi hijo mayor, hematólogo en el Hospital Reina Sofía. De golpe se le acercó un niño de seis años, sin pelo, con los ojos redondos como dos lunas llenas en noche de verano, y se lanzó a sus pies para abrazarlo con fuerza al tiempo que su madre intentaba apartarlo, un tanto avergonzada por tanta ligereza. Venían del Corte Inglés donde le acababa de comprar una gorra con el escudo del Barcelona y que lucía con gozo y orgullo. De repente el pequeño se la quitó y se la dio a su médico: "Toma, para ti, que eres del Barça". Mi hijo lo abrazó y se la devolvió: "No, mejor quédatela tú. A ti te sienta mejor. Eres mucho más guapo que yo". Y el niño se fue de la mano de su madre dando saltos como si de un sabio saltamontes lleno de sueños y esperanzas se tratara.

            Yo, lo juro, en ese momento hubiera dado sin dudarlo la vida por salvar la vida de ese inocente. Entonces miré a mi hijo y le dije: “No es justa esta vida. Ese niño merece vivir muchos años”. “En eso estamos, papá”, me respondió mi hijo. “En eso estamos.”

            Felicidades a todos los que vivís gracias a que otros os dieron algo suyo. Y gracias a quienes vivos o ya en la otra orilla del cielo disteis parte de vuestro ser para dar vida a quienes la perdían y así seguir teniendo vosotros también vida por toda la eternidad. Felicidades a todos en este Día Mundial de los Pacientes Trasplantados.


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