viernes, 12 de abril de 2013

POBRE ESPAÑA


La extrema izquierda verdadera, no esa listilla y pícara que vive entre el caviar y el mercedes, el cuento y el amiguismo, sino la del martillo y la hoz, la del rojo puro, la marxista, estalinista y leninista, la castrista, la comunista, la chavista, la norcoreana, la china..., puede tener muchos defectos, pero es coherente. Va a las claras, aunque a veces, cuando andan en territorio por conquistar, tenga que usar estrategias disfrazadoras. No creen en la democracia. Creen en la dictadura de la ideología única. La del poder que va en una misma dirección marcada. Y no se esconden. Su obligación es romper.  De ahí que se declaren laicistas, perseguidores de la religión católica, partidarios del aborto, del sexo libre y cuanto antes, del desenfreno moral..., destructores de todo lo que sea educación, tradición, familia, valores, liberalidad, capital... Y hasta que no alcanzan el poder son rebeldes, agitadores, acosadores, manifestantes panfletarios, contrarios al orden establecido... Y en aras a alcanzar un poco más la meta, callan cuanta corrupción surge en los más próximos a su pensamiento. Por eso apenas protestan ante las injusticias cuando mandan los más allegados a su círculo de pensamiento, como los socialistas, incluso cuando ven que éstos toman decisiones que erosionan derechos, aumentan el paro y empobrecen a la población, o cuando saben que se inyectan miles de millones a los bancos, o se producen desahucios a pobres personas, pero las montan sin miramientos cuando es la derecha la que hace algo semejante. Aparte, llevados por sus ideales corporativistas, mientras caminan hacia el objetivo, se ayudan los unos a los otros con cargos, honores, publicaciones y, sobre todo, con subvenciones impresionantes... Con la añadidura de que todo aquél que no se incorpore a la ideología no será bien visto, se le apartará y se le indiferenciará, tenga el talento que tenga. Todo lo que sale de ellos está bien, es razonable, positivo. Todo lo suyo es cultura, arte, progreso, modernidad, altas miras, libertad..., lo demás es anticuado, carca, retrógrado, facha, fascista... Y así, a base de decirlo una y otra vez, a golpe de gota de agua sobre la roca, lo consiguen, minan a la gente. No tienen prisa. Su único fin es llegar a la dictadura del líder –del proletariado dicen ellos–, cueste lo que cueste. De ahí también que se alíen con quien haga falta, con terroristas, separatistas, anarquistas, nacionalistas...

            Y muchos inocentes, lejos de ideologías políticas, como ocurre en Andalucía, van y se rasgan las vestiduras cuando esta extrema suprime líneas en la enseñanza religiosa concertada, o cuando no dan ni un euro y atacan a cualquier actividad que huela a lo que no es de ellos, o cuando salen a la palestra y dicen que matar a un niño en el vientre de su madre es un derecho básico..., que los que defienden la vida no son otra cosa que una secta minoritaria recalcitrante y rancia que está en contra de la mujer, la libertad y el progreso. Pero, ¿por qué extrañarse? La extrema izquierda tiene las ideas claras. Repito, es coherente.

Los que no tienen ideas ni son coherentes son los de derechas. Los de ni agua ni pescado. Los que quieren el poder por tenerlo, por el disfrute de mandar. De ahí que sean acomplejados, pusilánimes y torpes. De ahí los bandazos que dan. Por eso cuando manda la derecha no se mueve nada de importancia. No se atreven. No quieren problemas. Saben que la extrema izquierda, aunque sea sin motivos, no los van a dejar en paz, pero mucho menos si encima se alejan de la línea marcada, porque de ese modo les darán razones más que suficientes para pegarle fuego a la Cibeles. Los de derechas, además de no tener ideología, todo lo más preocupación por lo económico, tampoco tienen coraje. Por eso hacen lo contrario de lo que prometen, se esconden, no salen a la calle, hablan con suma prudencia, no realizan cambios, juegan al juego de la avestruz... Y, pensando que pueden sentirse más tranquilos, siguen dando a los mismos las mismas leyes y las mismas ayudas y las mismas glorias. A sabiendas, incluso, de que los Brutos, así les des lo que les des, andan siempre con el pañal bajo la toga. Y es que la derecha, aparte de boba e incoherente, es también masoquista.

Pobre país el nuestro. Con izquierdas coherentes, pero dictatoriales, y con derechas no sólo incoherentes sino acobardadas. Pobre España. ¿Cual de las dos, como a Machado, me helará antes el corazón?

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